martes, 19 de octubre de 2010

Personas y viajes

He descubierto que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él.

La verdad es que la cita es bien cierta, un viaje te da la posibilidad de convivir más tiempo con los compañeros de viajes, que suelen ser amigos, familiares, quizás compañeros de trabajo. Y claro la convivencia permite que surgan esos conflictos de carácter y convivencia que se evitan cuando pasan simplemente algunas horas de vez en cuando con ellos.
Los esperado en un viaje de grupo es que dentro de lo posible el grupo se mantenga, es decir, se visitaran monumentos, lugares, se elegirá que hacer en cada momento, dónde comer, pero es de esperar que la opinión, preferencias o necesidades de cada uno de los integrantes sea respetada y por supuesto gane la mayoría. Pero cierto es que hay personas a quienes les agrada hacer viajes con aquellas personas por las que sienten cariño (o se supone), pero tampoco están dispuestos a renunciar a sus caprichos. Si no les gusta madrugar,  no se madruga, si son de gustos finos a la hora de comer, mayoritariamente se acabara eligiendo lugares caros para comer, dormir,  si no quieren caminar, serán los otros los que deberán ceder y coger transportes públicos si se desea matener la integridad del grupo. Es decir, hay gente quienes quieren que otros viajen con ellos, pero yo creo que más bien quieren hacer su viaje a su medida y que sean los demas los que se adapten y eso para mi no es un viaje en grupo, es más bien un sigueme.
He descubierto que esa actitud me parece muy egoista y me enrabieta a más no poder, con lo cual, mejor no malgastar mi dinero viajando con este tipo de gente, dado que acaban amargando mi viaje. Mejor invertir mi dinero en viajar sólo o bien con aquellos que compartan más mi idea de viaje en grupo y que no sean divos que esperan obediencia de sus subditos.

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